Generalidades sobre campos de golf
Especies cultivadas
Las especies cultivadas en campos de golf proceden exclusivamente de la família Gramíneas, y deben desarrollarse formando un tapiz continuo y homogéneo, lo que significa en la práctica tolerar una siega frecuente durante toda su vida y ser resistente al desgaste mecánico provocado por el tránsito de personas y vehículos.
Los géneros de mayor uso en nuestros campos de golf son Festuca, Lolium, Poa, Stenotaphrum, Agrostis y Cynodon.
Cultivo continuado
Un requisito del cultivo del césped en un campo de golf es que no va a poder ser levantado durante todo su ciclo vegetativo, lo que dificulta el acceso a la zona radicular para realizar labores que en otros cultivos pueden aprovecharse para fertilizar, airear, escardar y realizar tratamientos fitosanitarios.
Por otra parte, la práctica de la siega, aunque necesaria para la formación de un tapiz compacto y homogéneo, somete al cultivo a una extracción continuada tanto de superfície foliar activa, como de agua, reservas glucídicas almacenadas y nutrientes, provocando en definitiva un debilitamiento de la raíz, mientras que estimula el desarrollo de estolones y rizomas. En esta situación, se debe controlar muy cuidadosamente la suficiencia del aporte de nutrientes y agua.
Asímismo el establecimiento de un cultivo de larga duración en el que no se dispone de períodos de ruptura, facilita el desarrollo de parásitos y enfermedades, que deben ser tratados con continuidad y sin que puedan efectuarse desinfecciones del terreno. Es de aplicación también la restricción de productos, ya que sólo podran utilizarse aquellos fitosanitarios registrados para su uso en zonas verdes ornamentales.
Esta característica en ocasiones no sólo afecta a las necesidades de cultivo sino también a las exigencias de rendimiento a lo largo del año, exigiéndose cada vez más un césped en un estado aceptable durante mayor período en el año o la temporada.
Rendimiento ornamental
A diferencia de la mayoría de los cultivos en que el rendimiento puede valorarse en una producción determinada de fruta, flor o material vegetal, en el campo de golf se persigue la consecución de un rendimiento ornamental. Éste es una función que engloba las variables de homogeneidad, densidad, color, textura, y tersura, que a su vez dependen de la capacidad de crecimiento (o regeneración), estado sanitario y agresiones recibidas por el uso.
Los requisitos que se exigen a un cultivo cespitoso y la valoración del grado de cumplimiento de los mismos dependen del campo, su situación geográfica y la exigencia de los socios, clientes, etc., y dentro de un mismo campo encontraremos diferentes grados de exigencia dependiendo del emplazamiento del cultivo: greens, antegreens, roughs, fairways o tees.
Irrigación en campos de golf
Necesidades hídricas
La necesidad hídrica de un césped ornamental viene marcada por las condiciones meteorológicas (temperatura, velocidad del viento y humedad relativa y duración y intensidad de la radiación solar) y la capacidad de transpiración de la propia planta. La ETP (Evapo Transpiración Potencial), definida como la transpiración que un cultivo contínuo herbáceo y uniforme de una gramínea de 8 a 15 cm de altura realiza sin limitación de aporte de agua, es un indicador de la cantidad de agua que necesitará el cultivo. A su vez, la transpiración que cada especie efectivamente realiza, está relacionada en cada momento por una constante del cultivo Kc, que, multiplicada por la ETP, da la Evapo Transpiración del mismo. La ETP puede conocerse inmediatamente mediante la correlación con un Tanque Evaporimétrico o a partir de fórmulas que permiten obtenerla según las variables meteorológicas (Penmann, Blaney & Criddle, Thornthwaite, Turc…). Existen asimismo sistemas informatizados que permiten conocer la ETP instantánea y para un período según los datos recibidos de una estación meteorológica local. Diversos organismos oficiales publican periódicamente los datos de ETP para diferentes períodos en cada estación meteorológica.
En el caso de las especies de césped más utilizadas en campos de golf la constante Kc varía entre 0,6 para las especies de clima cálido y 0,7 a 0,8 para las de clima frío.
Riego deficitario y riego de supervivencia
El riego de un cultivo de césped por debajo de sus necesidades puede ser conveniente para economizar agua. Este manejo puede ralentizar su crecimiento y comprometer la recuperación de zonas especialmente castigadas por el uso, por lo que no se recomienda aplicarlo en los greens ni en salidas.
Se habla de riego deficitario cuando su volumen es inferior a las necesidades del césped pero no lo suficiente como para causar un stress. En términos generales, el riego deficitario puede equivaler al 70% – 85% del riego óptimo.
Se habla de riego de supervivencia cuando se administra al césped el agua suficiente para no comprometer la futura recuperación del mismo cuando las condiciones de suministro se restablezcan. Dado que este concepto implica la pérdida de las características ornamentales del césped y lo hacen más vulnerable a otras fisiopatías y patologías, es una práctica que únicamente se aplica en momentos extraordinarios de falta de agua. El porcentaje de ETP que corresponde a este concepto puede situarse entre el 20% y el 40% y depende de la especie y su adaptación.
Hay que tener asímismo en cuenta que la práctica de estrategias de riego deficitario debe controlarse adecuadamente para no provocar problemas de salinidad de dificil solución.
Sistemas de distribución
Los sistemas de distribución en un golf deberán aportar agua con un elevado grado de homogeneidad. Este factor puede tener una importancia especial:
- Sobre substratos arenosos en que encontramos altas velocidades de infiltración de agua, poco “comportamiento capilar o horizontal”, en los que el suelo no va a ejercer una acción homogeneizadora sobre la distribución del agua.
- Sobre suelos superficiales, poco profundos y en general aquéllos con poca capacidad de retención.
- Sobre especies con radicación efectiva muy superficial, especialmente en suelos ligeros y poco capilares.
- En programaciones de alta frecuencia o reducidas dosis de riego
Criterios para el diseño de un sistema de irrigación
Para el diseño de un sistema de riego en un campo de golf deberemos tener en cuenta estas particularidades:
- Necesidades de agua en un período
- Capacidad de almacenamiento de agua del substrato
- Necesidades de lixiviación
- Pérdidas
- Aportaciones naturales: lluvia
- Recuperación de los lixiviados o escorrentías
Las necesidades de agua en un período vendran marcadas por la posibilidad del suministro o necesidad de almacenamiento:
- Evapotranspiración potencial según las zonas (factor climático)
- Caracterización por especies y cultivares (factor varietal): La Kc del cultivo es una constante que relaciona la ETP con el consumo real del mismo en equivalentes condiciones meteorológicas. Este valor puede considerarse en torno a 0,7-1,0 para la mayoría de las especies
- Profundidad efectiva del sistema radicular
- Frecuencia y cuantía de lluvia natural
Programación del riego
- Capacidad de campo y tensión máxima a la que podemos someter el cultivo con merma asumible del rendimiento ornamental.
- Caracterización del suelo y capacidad (agua útil)
- Profundidad de radicación: Dependiente de las condiciones edáficas (aireación, textura y estructura), del manejo del cultivo (a mayor frecuencia de riego, se establecerá una radicación superficial), y está asímismo limitada por las características particulares de cada especie y cultivar.
Consideraciones complementarias
- Necesidades de lixiviación de sales (dependiendo de salinidad en suelo y/o aguas)
- Sensibilidad del cultivo a patologías relacionadas con el agua (asfixia, infecciones fúngicas), presencia de patógenos y capacidad de los mismos de generar un proceso patológico, dependiente de parámetros ambientales (H.R., agua de condensación o de precipitación y tiempo de exposición) y fenológicos (cortes o lesiones por tránsito, stress hídrico, etc.)
- Limitación horaria y/o temporal de los ciclos de riego. En la temporada de mayor uso del campo, que fácilmente coincidirá con la de mayores requerimientos hídricos, deberán limitarse las operaciones de riego a aquellas horas en que no existan prácticas deportivas. Asimismo deberá ser prevista la incompatibilidad del riego por aspersión con otras actuaciones culturales (tratamientos fitosanitarios, cortes, recebados, resiembras y replantaciones, etc.).
- Estas limitaciones se traducen en la necesidad de aplicación de grandes caudales simultaneos, limitados en cada zona por la velocidad de infiltración de agua en el suelo, por la generación de escorrentías y por el suministro y almacenamiento disponible para cada ciclo.
Necesidades de lixiviación de sales
El aumento de la tensión del agua en el suelo debido a la salinidad es debido normalmente a que el aporte de sales mediante el a gua de riego no està compensado con una pérdida de las mismas mediante el agua de drenaje. En efecto, si no se supera la capacidad de campo, un riego en cantidades equivalentes a la transpiración acumulada conlleva la acumulación salina y el aumento progresivo de la tensión. Efectos que pueden incrementar su acción y consecuencias con políticas de riego deficitario
La salinidad se incrementa naturalmente en las temporadas de menor pluviometría o mayor transpiración, reduciéndose en las temporadas lluviosas o en las que el balance pluviometría/transpiración es mayor.
La necesidad de lixiviación de sal, si partimos de un suelo en un nivel aceptable de salinidad será tal que, para un período determinado, el volumen de agua drenado contenga tantas sales como el volumen de agua aportado por el riego. La cuantificación de Volumen de riego x Conductividad del riego y de la conductividad del drenaje permitirá valorar el volumen necesario de drenaje.
Sin embargo, el drenaje no únicamente lava las sales responsables del aumento del potencial matricial del suelo, sino también aquellos nutrientes necesarios para el desarrollo del cultivo. Lo que deberá ser considerado para incrementar el aporte de dichos nutrientes, especialmente nitrógeno, por su alta solubilidad.
La cantidad de agua necesaria depende de la calidad de la misma. A mayores niveles de salinidad, mayor necesidad de lavado. Una valoración propuesta por varios autores del exceso de agua con el que debemos trabajar preventivamente para evitar la salinización es:
donde N es un número entre 2 y 5 dependiendo de la fuente consultada.
La tolerancia a la salinidad de al gunas de las especies empleadas puede situarse entre 6 y 10 mMhos/cm. Un lavado insuficiente puede perjudicar el rendimiento de los céspedes, pero un lavado excesivo arrastra nutrientes valiosos. La interpretación de los análisis realizados comparados con los anteriores en la misma temporada del año permitirá conocer si las necesidades de lavado a lo largo del año han sido suficientes y si es necesario incrementar los porcentajes de lavado establecidos.
Sistemas de riego en golf
La necesidad de elevadas cantidades de agua y una relativamente poco profunda capa de suelo disponible ha llevado a la práctica de operaciones de riego diarias en verano, que deben llevarse a cabo únicamente de noche para no interferir con la práctica deportiva. Las dimensiones de un campo que exceda de 40 Há, aplicando riegos de 7 mm diarios, necesita una dosis diaria de riego de 2.800 m3, lo que se traduce en caudales de riego de aproximadamente 280 m3/h regando 10 horas diarias.
Para proveer agua de manera más uniforme y evitar estos picos en el suministro, los lagos que constituyen aliciente para el juego y elemento paisajístico pueden ser usados como almacén regulador de agua. Situados en los puntos más bajos de los campos pueden, además, recoger las escorrentías procedentes de lluvia.
La distribución del agua en el campo se realiza a través de una red primaria de la cual se derivan redes secundarias alimentadas por electroválvulas que dan servicio a aspersores. El espaciamiento entre aspersores debe idealmente equivaler a su alcance para obtener la mejor cobertura. El ahorro obtenido en la instalación de un sistema en que el solape entre aspersores consecutivos no es total se paga con un consumo superior en agua, ya que el riego de un sector debe realizarse en función de la zona del sector que menos agua recibe, y también se paga con un consumo superior en abonos, mayor incidencia fitosanitaria y mayores costes en productos, ya que, regando el tiempo en que la zona de menor pluviometría recibe el agua necesaria, se riega en exceso la zona de mayor pluviometría, arrastrando productos y empobreciendo el suelo. La heterogeneidad en un sistema de riego produce he terogeneidad en el nivel nutricional del suelo, más acusada en la distribución de nitrógeno a corto plazo.
Estos factores son más importantes cuando hay necesidades de lavado y cuando se usan aguas residuales. En tal caso también pueden producirse acumulaciones de materias nocivas para el cultivo.
El emisor final del riego suele ser el aspersor, de impacto o de turbina. El uso de diferentes boquillas ayuda a la homogeneización del riego cuando coinciden en un mismo sector aspersores circulares y sectoriales. Suelen utilizarse aspersores de alcance 18 a 25 m, con consumos de 3 a 8 m3/h y pluviometrías efectivas del orden de 20 a 30 mm/h cuando están espaciados a su alcance. El uso de sistemas con electroválvula por aspersor permiten un control individualizado según el rendimiento y necesidades particulares de cada zona.
Para gestionar correctamente el aporte de agua, no es conveniente guiarse únicamente por los datos facilitados por los fabricantes, ya que las condiciones en que trabaja cada aspersor son diferentes, muy especialmente en referencia a la presión recibida en la base del mismo, e incluso pueden variar dependiendo de la concurrencia de más o menos sectores simultáneamente y su situación relativa en el campo. Una información más exacta puede obtenerse mediante la medición directa de la pluviometría, lo que puede ayudar en la programación y la corrección de heterogeneidad interna en un sector mediante la regulación de los emisores.
Nutrición en campos de golf
Nutrientes
Nitrógeno
Debido a su importancia como factor limitante del metabolismo y la síntesis proteica, es un elemento responsable del color, tasa de crecimiento y, por tanto, de regeneración del césped. Su falta se traduce en amarilleamiento, ralentización del crecimiento, enraizamient o y ahijamiento. Su exceso conlleva dramáticas consecuencias en el cultivo del césped, como son la formación del fieltro (Thatch), crecimiento excesivo, debilitamiento, mayor sensibilidad a alteraciones fisiológicas y patológicas y deficiencia en la disposición de otros nutrientes.
Altos niveles de fertilización nitrogenada incrementan el consumo de carbohidratos en época estival y reducen su acumulación en temporada otoñal.
La alta solubilidad que tiene el nitrógeno, muy especialmente el nítrico, favorece tanto la lixiviación en profundidad como la rápida disposición del mismo al cultivo cuando se realizan abonados, lo que lo convierte en un elemento de difícil manejo en este cultivo particular de poca profundidad radicular y ciclos de riego frecuentes. También se ha constatado la circulación de nitrógeno disuelto en aguas de escorrentía superficial.
Esta problemática particular ha llevado en los últimos años a la popularización del uso de fertilizantes nitrogenados de liberación lenta, productos de coste elevado en los que una parte del nitrógeno aportado queda a disposición de la planta después de un período que puede oscilar entre unas semanas y algunos meses.
Podemos encontrar diferentes fuent es de nitrógeno para el abonado, en función de la diferente solubilidad o liberación al medio mediante. Aunque las plantas son capaces de absorber únicamente el nitrógeno nítrico NO3-, el manejo clásico de abonos nitrogenados sólidos exige de la combinación de diferentes fuentes para obtener una liberación gradual en el suelo. Las fuentes de nitrógeno inorgánico se caracterizan por:
- Respuesta rápida. Inmediata disposición por la planta.
- Mínima dependencia de la temperatura
- Poca persistencia en el suelo (sobretodo las formas nítricas)
El nitrógeno amoniacal NH4+ no es imprescindible para el cultivo, ya que no se absorbe directamente, y, por otra parte, apenas puede retenerse en los substratos de arena con un bajo CIC.
Fósforo
El fósforo está relacionado con el desarrollo radicular, y es muy conocida su baja solubilidad en la solución del suelo, y la tendencia a la inmovilidad, que se incrementa con el nivel pH. Tradicionalmente ha formado parte de los abonados de fondo, que en un cultivo de tan largo ciclo dejan de tener sentido por la inmovilización ya citada.
La baja movilidad del fósforo en el suelo y su tendencia a la inmovilización dificultan la disposición de este elemento en profundidad cuando se distribuye superficialmente en forma sólida. Se han probado sistemas de puesta a disposición mediante la localización profunda a través de orificios de aireación.
La aplicación inicial de grandes cantidades de fósforo no son suficientes para garantizar los niveles de disponibilidad que exige el césped, y son necesarias aplicaciones frecuentes de P si se quiere mantener un nivel nutricional suficiente. Niveles altos de pH pueden incrementar la necesidad de fertilizar con este elemento para compensar las pérdidas por inmovilización.
Potasio
El potasio, que junto con los dos anteriores forma la familia de macronutrientes “NPK” de mayor consumo por la planta, actúa a muchos niveles en el metabolismo vegetal (síntesis de carbohidratos, síntesis protéica y de los aminoácidos, reducción de los nitratos, procesos respiratorios…) y su carencia provoca debilitamiento en el cultivo a muchos niveles: fisiopatías (frío, calor, agresión mecánica), sensibilidad a las enfermedades, y ralentización del crecimiento.
El crecimiento radicular se incrementa en otoño e invierno, con temperaturas de suelo superiores a 0ºC. Aportes de P y K en este momento estimulan este proceso, que a la larga mejora la resistencia a la sequía y favorece la captación de nutrientes.
Fertilización en campos de golf
La fertilización del campo de golf puede basarse en las extracciones efectuadas por el cultivo, las pérdidas por drenaje, por escorrentía y las pérdidas por inmovilización (que afectan al fósforo) o bien por el mantenimiento de unas condiciones nutricionales en la solución del suelo que pueden conocerse mediante análisis.
El primer paso en la fertilización de un campo de golf es la determinación del nivel de fertilidad del suelo. Para mantener un crecimiento aceptable, los fertilizantes deben ser aportados en cantidad suficiente para cubrir los requerimientos de cada cultivo. El análisis de suelos permite detectar deficiencias nutricionales, evaluar excesos o desequilibrio entre los diferentes nutrientes, así como condiciones químicas de pH, salinidad, sodicidad, presencia de metales pesados y valoración del complejo de intercambio catiónico.
Deberá considerarse que encontraremos diferentes cultivos en un mismo campo, y muy especialmente seran objeto de una especial atención los greens. La toma de muestras debe realizarse a las profundidades en que el cultivo presenta mayor radicación. La toma de decisiones en función de los resultados de los análisis puede realizarse segun el concepto de suficiencia del nivel de nutriente disponible (o SLAN – Sufficiency Level of Available Nutrient ). La suficiencia del nivel de nutriente disponible se basa en el concepto de rendimientos decrecientes. A medida que el nivel medido es superior, se incrementa la cantidad de fertilizante necesario para obtener una respuesta, y para un mismo incremento en el aporte de fertilizante la respuesta es inferior.
Los datos disponibles suelen basarse en resultados obtenidos para cultivos extensivos y hortícolas y no pueden directamente extrapolarse al cultivo de céspedes ornamentales, en los que la respuesta no puede ser medida únicamente como una producción de materia seca o variables de cosecha.
El concepto de mantenimiento de una fracción determinada del complejo de intercambio catiónico (BCSR – Basic Cation Saturation Ratio) ha sido también discutida y no parece haber consenso en la aplicación de este concepto. Se basa en los estudios de Firman Bear (1945) en que se propone que un suelo “ideal” debería tener una distribución de cationes de 65% Ca, 10% Mg, 5% K y 20% H. Por otra parte, en el caso concreto de greens a base de arena, con bajos niveles de Intercambio Catiónico, muy posiblemente los porcentajes de K son insuficientes y menores que las especificaciones USGA.
Una vez ajustados los niveles de fertilidad del suelo a los valores idóneos, deberá mantenerse el equilibrio y la disponibilidad de nutrientes durante un período mucho más prolongado que cualquier otro cultivo herbáceo y con una intervención en profundidad dificultada por la continuidad del mismo y su nivel de cobertura total del suelo.
Las recomendaciones de fertilizantes varían enormemente segun la bibliografía consultada, y dependerán de la especie y variedad cultivada, las características edáficas y climáticas de cada campo y las condiciones meteorológicas de la temporada. Se hace difícil establecer un patrón de fertilización único, y la experiencia sobre la respuesta del césped a fertilizaciones anteriores ayudará al Greenkeeper en el alcance de los objetivos sobre el cultivo, que inclucirán un crecimiento sostenido y no excesivo, una coloración atractiva, y la resistencia a enfermedades y fisiopatías.
Un equilibrio adecuado para abonos convencionales puede estar situado en torno a 3-1-3 o 3-1-2, estableciéndose unas necesidades de nitrógeno entre 100 y 200 UF / año, que pueden incrementarse en cultivos sobre arena. En zonas de uso muy intensivo (salidas y greens) hemos encontrado programas de hasta 350 UF/año. En estos casos el nivel de P 2O5 y K 2O es administrado en una proporción muy inferior. Este descenso en las recomendaciones de abonado de fósforo y potasio cuando el nitrógeno se aporta en altísimas dosis da idea de la gran cantidad de nitrógeno perdido (lixiviación, escorrentía superficial…) con estos programas.
El programa de fertilización debe contemplar los aportes a lo largo de todo el año, con unos momentos de mayor aporte coincidentes con los de mayores tasas de crecimiento: Marzo-Abril. Es necesario distinguir entre el manejo de variedades de estación fría y las de estación cálida, así como el emplazamiento del campo, para decidir la duración del programa. Normalmente, y con la única excepción de campos situados en zonas frías, este programa ha de contemplar aportes durante todo el año, y suelen aconsejarse aportaciones quincenales en temporada de crecimiento, y mensuales como mucho en temporada fría.
Estudios recientes en Poa pratensis, Agrostis stolonifera y Festuca arundinacea han puesto de relieve la necesidad de conocer la fisiología de la planta a lo largo del ciclo de cultivo: ahijado, almacenamiento de carbohidratos y desarrollo de hoja, rizoma o raíz no se llevan a cabo de manera uniforme a lo largo del año, y el abonado y su equilibrio influyen favoreciendo o dificultando la normal actividad vegetal.
Acidez del suelo en campos de golf: pH
El valor pH, situado entre 1 y 14, indica el grado de acidez de una disolución. A menor valor, mayor acidez en la solución.
El valor pH es una de las variables más determinantes de las reacciones químicas y biológicas del suelo. Influye en:
- Disponibilidad de los nutrientes existentes para la planta. Esto se traduce en el rendimiento de los fertilizantes (mayor a un pH adecuado)
- Excesiva disponibilidad de aluminio (Al) y manganeso (Mn) a pH muy bajo pueden generar toxicidad
- pH muy elevados pueden causar deficiencias en fósforo (P), hierro (Fe) y manganeso (Mn).
- Actividad microbiana
- El proceso bacteriano de nitrificación se desarrolla entre pH 4 y pH 9, alcanzando su máximo rendimiento entre pH 6 y pH 7.
- El pH influye en la estratificación de la materia orgànica en el suelo y la creación del Thatch. Niveles pH inferiores a 6 interfieren la actividad bacteriana necesaria para la descomposición del fieltro, lo que puede agravar este problema común en muchos campos.
- El desarrollo de las especies vegetales (cada especie y variedad tiene unos valores idóneos para su desarrollo)
A su vez, el nivel pH está influído por el aporte de los abonos y su reacción y por el agua de riego, que aporta iones de manera contínua y selectivamente acumulativa.
Sodicidad
Indica la acción desfavorable del sodio sobre la estructura del suelo. El proceso conlleva la substitución de los cationes bivalentes (calcio, magnesio) en las estructuras que cohesionan el suelo por el catión monovalente sodio, sin poder de cohesión. Esto provoca la disgregación de los agregados en el suelo, lo que conlleva una paralela disminución de la tasa de infiltración del agua y facilita los fenómenos de asfíxia radicular.
La presencia de calcio y magnesio disminuye este efecto perjudicial, por lo que esta característica en una solución se valora en función de la cantidad relativa de sodio respecto de la suma de los bivalentes calcio y magnesio. Podemos definir la Relación de Absorción de Sodio, según la siguiente fórmula:
En donde los iones se expresan en miliequivalentes/litro.
Según este parámetro, mientras no sean salinas, se clasifican las aguas como apropiadas en las siguentes agrupaciones:
- S1: (hasta RAS = 10) Contenido bajo en sodio. Apropiadas para la mayor parte de suelos
- S2: (10 < RAS < 18) Contenido medio. Apropiados para suelos orgánicos o de textura gruesa muy permeables
- S3: (18 < RAS < 26) Contenido alto. Peligro de acumulación en suelo. Necesidad de corrección con materia orgánica y yeso.
- S4: (RAS > 26). Contenido en sodio intolerable para uso como agua de riego.
Pero la idoneidad para el riego de aguas que presentan sodicidad depende también del suelo y la salinidad total del agua. El método de valoración más común es el de Riverside, que clasifica las aguas en 16 grupos según el RAS y la Conductividad, según se aprecia en la gráfica.