Al fertirrigar de manera volumétrica y discontinua se fertiliza de forma periódica y de ese modo se aumenta la frecuencia en la que se aporta a la planta los nutrientes necesarios.
La práctica de la fertirrigación en una sola aplicación resulta poco adecuada por la gran pérdida de nutrientes en el subsuelo, produciendo pérdidas económicas y causando daños medioambientales al contaminar las aguas subterráneas.
En la fertirrigación volumétrica discontinua, mediante sistemas de dosificación como el Venturi o la bomba dosificadora de caudal constante, el aporte de nutrientes se realiza de manera repetitiva en cada bloque de riego.
En este tipo de fertirrigación se preriega sin introducir el fertilizante hasta tener el bulbo húmedo. Seguidamente se inyecta el volumen de fertilizante calculado para la sección. Una vez completado el volumen de fertilizante se riega hasta aportar la dosis de agua prevista para el día.
La planta, por su facilidad de absorción, en un principio absorbe el agua con menos concentración salina, que, aunque en menor cantidad, le aporta los nutrientes necesarios y suficientes para su desarrollo. Esto resulta más adecuado que en una aplicación única, ya que facilita la absorción de nutrientes a la planta al aplicarse el producto menos concentrado, más repartido en el tiempo y equivale a una reducción en la pérdida de fertilizante.
Este tipo de fertirriego resulta mucho más adecuado que la fertirrigación en una sola aplicación, ya que el aporte de nutrientes se hace de forma más frecuente.
A pesar de ello, la aplicación del fertilizante se sigue haciendo de forma algo concentrada y no de forma homogénea con el agua de riego por lo que es recomendable la fertilización en cada operación de riego. Eso mejorará la absorción de nutrientes y reduce la pérdida de fertilizante. En resumen, aumentar los bloques en los que dosificamos el fertilizante y reducir su concentración equivaldrá a mejores resultados.